¿Estamos realmente programados para ser felices?

El concepto de felicidad cuenta con un amplio espectro. Todos buscamos el gozo, la paz y la satisfacción en nuestros actos pero, lo que para una persona es sinónimo de felicidad, no lo es para otra. La felicidad consiste, más bien, en un estado interior que en algo exterior. El concepto de felicidad, o de vivir feliz, pertenece a otra época. Los filósofos griegos fueron los primeros en plantearse esta cuestión. Definiendo a la felicidad como un estado psicológico que sigue al hecho de alcanzar un determinado fin. Pero ¿Estamos programados para ser felices?

¿Qué es la felicidad?

La felicidad es un gran motor para la vida de todas las personas. Es una meta que todos buscamos y ansiamos. Todas nuestras más íntimas pasiones son las que mueven el mundo. No es el dinero aquello que nos hace más felices. Está científicamente demostrado que lo que más felicidad nos aporta es dar. Podemos alcanzar una mayor felicidad si invertimos en los demás en lugar de en nosotros mismos. Esto no significa que tengamos que olvidarnos de nuestros propio ser o existencia, sino que debemos tener comportamientos más altruistas para alcanzar la felicidad plena.

Muchas personas son más felices cuando ven que a alguien le va mejor gracias a su dinero o su esfuerzo. Estamos hechos para sentirnos bien cuando hacemos que otras personas se sientan bien. Tenemos impulsos para ser amables y estos nos hacen sentir bien, por lo que podría decirse que estamos programados para ser felices, pero debemos buscar más allá de lo meramente material. Esto puede llegarnos a plantear la siguiente cuestión: ¿Si una persona tiene suficiente dinero para ser feliz y para hacer felices a otros, por qué busca más dinero cada día? En gran parte se debe a nuestro irremediable impulso de mirar hacia atrás, de comparar si este año nos va mejor que el anterior. En la sociedad actual, además, se tiende a relacionar el dinero con la felicidad.

¿Cómo podemos ser felices?

Una persona es feliz cuando se siente libre de cualquier necesidad, carga o pesar; cuando es independiente y autosuficiente. Mucho filósofos y escritores, como Baltasar Gracián, relacionan el concepto de la felicidad con el de la madurez. Indican que una persona es más feliz cuanto mayor grado de madurez ha alcanzado, una madurez que le permite  llegar a muchos desengaños y que, en definitiva, conducen a una persona a ser más prudente y a la felicidad. Es importante que una persona vaya escarmentando a lo largo de su vida para llegar a ese desengaño que le hará ver las cosas desde otra perspectiva.

Así pues, para ser felices, se necesita experiencia y mucha práctica. No resulta sencillo cambiar la comodidad que implica un desengaño por la ardua tarea de vivir desengañado pero, sin ello, es imposible alcanzar la felicidad. Para vivir plenamente no es suficiente con obrar bien, también es necesario una buena elección y ejecución de nuestros actos, y también necesitamos realizar una gran autorreflexión que nos permita conocer qué es lo que realmente nos produce felicidad. Tal y como ya hemos señalado, no son los bienes materiales, sino las vivencias y las experiencias compartidas las que nos hacen felices.

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